El Sinaí es un altar natural, un monte de 7.500 pies de altura que se levanta de forma abrupta en el desierto de Egipto, más alto que todos los demás montes de aquella región.
También conocido como Horeb, uno de los significados de la palabra es ‘desperdicio’o 'área inútil'. Hasta ahora, él ocupa una zona inhabitable, una área desértica donde muy pocas personas viven – unos cientos de Beduinos y algunos pastores con sus rebaños.
Fue al pie del Sinaí donde los esclavos hebreos, ‘el desperdicio de Egipto’, fueron a acampar después de haber dejado la tierra de esclavitud hace 3.000 años.
Cuando llegaron a ese lugar, no era nada más que un desperdicio humano: hombres, mujeres, jóvenes, viejos y niños con sus espaldas marcadas de cicatrices a causa de los azotes de sus capataces; sus pies endurecidos por permanecer todo el día en el lodo haciendo bloques de ladrillos para construir las ciudades del faraón; sus ropas no eran más que viejos harapos, y sus ojos nunca habían visto nada más que imágenes horribles de esclavitud desde el día en que nacieron.
¡Pero ahí mismo, al pie de ese monte, esa gente se convirtió en una gran nación! Un desordenado bando de esclavos partió del Sinaí con las Tablas de la Ley, dadas por el propio Dios, rumbo hacia la Tierra Prometida. Salieron de allí con la garantía de que tenían la ayuda y la protección de Dios, para un día convertirse en la nación más próspera y temida sobre la faz de la tierra.
Entonces, el Monte Sinaí es un símbolo de victoria, del resurgir de las cenizas, de lo imposible convertirse en algo posible, de que el débil llegue a ser fuerte. Es en donde los desperdicios se convierten en tesoro, y en donde los olvidados son recordados. Ese monte también es una señal que Dios ve y se acuerda de Su pueblo, y no los abandona a merced de sus opresores.
El Sinaí es el único monte de la tierra donde Dios pisó y decididamente cambió el destino de Su pueblo.
¡Es por eso que vamos allí! Cuando estamos en la cima de esa montaña, nuestra fe está en el punto más alto. Todos estos factores se convierten en realidad en nuestras vidas ¡porque no simplemente estamos leyendo acerca de este lugar; sino que, lo estamos viendo delante de nuestros propios ojos!
Por esa razón, tenemos campañas de fe en el Monte Sinaí una vez al año en la Iglesia Universal. Desde que comenzamos a subir el Sinaí en el año 1980, miles de personas han alcanzado grandes victorias y han dado maravillosos testimonios a través de las oraciones hechas en esa montaña.
Nosotros vamos al Monte Sinaí solamente para cosas grandes. Vamos allí a cambiar vidas de una forma radical. Vamos a decidir situaciones difíciles.
¡Vamos para probar nuestra fe a través del sacrificio, a cambio de la realización de las promesas de Dios en nuestras vidas!
Es un privilegio formar parte de esto. Es una bendición poder participar de la Hoguera Santa del Monte Sinaí.
Gracias por bonita lectura,bendiciones de parte del creador de todo el universo visible e invisible El eterno y único Dios ;
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